“Tiempo detenido”: Archivo personal
“¿Y si preguntamos en las oficinas..?”, sugería Étienne, impaciente, tras más de una hora deambulando por el Cementerio de Torrero, en Zaragoza. “Estas no son trazas de buscar un nicho… ¡Si han pasado veintitantos años! Y no me vengáis con encontrar puntos de referencia ni zarandajas… Ha pasado demasiado tiempo para que recordéis el lugar exacto. Al Piti sólo lo localizaremos si alguien nos indica dónde está enterrado. Vosotras veréis…”
Mario, el Piti, de diecinueve años, compañero de pandilla y novio in péctore de María Petra, se mató en Monrepós, al derrapar su moto y golpearse contra un quitamiedos, cuando se dirigía a Aineto, donde el resto de sus amigas y amigos trabajaban como voluntarios en la reconstrucción de una vivienda. Tardaron dos días en enterarse porque el pueblo carecía de teléfono y asistieron, todavía estupefactos, a un desgarrador entierro en medio de una soleada y vistosa primavera que parecía querer homenajear al joven fallecido.
Desde la sencilla lápida de vetas marrones y blancas del nicho un sonriente Piti, con el flequillo desigual y la media melena castaña enmarcándole el rostro, contemplaba a sus visitantes, congelados sus rasgos en aquella adolescencia detenida en el tiempo que un día compartieron.
[…]
…y en el centro del cementerio, el mausoleo de Joaquín Costa con el epitafio compuesto por Silvio Kossti sobre mármol blanco:
Aragón a Joaquín Costa.
Nuevo Moisés
de una España en éxodo.
Con la vara de su verbo inflamado
alumbró la fuente de las aguas vivas
en el desierto estéril.
Concibió leyes para conducir a su pueblo
a la tierra prometida.
No legisló.
Manuel Bescós Almudévar, alias Silvio Kossti, costista hasta en su seudónimo; un tipo inteligente, leal a sus amigos, republicano confeso, incisivo articulista, escritor polémico, furibundo anticlerical, alcalde de Huesca durante cuatro meses y escasamente conocido hoy en día por los oscenses, ya sea con su nombre real o con el que utilizó porque, según le escribió a Costa, “tengo tres hermanos bastante imbéciles como para hacerme desear el perder de vista el apellido”. Kossti, que murió con poco más de sesenta años, fue autor de unos Epigramas tan provocativos que él mismo decidió retirar su publicación convencido del perjuicio que podían suponer para sus hijos, que estudiaban en academias militares. Ya en 1909 su novela Las tardes del sanatorio supuso un escándalo que él ya presuponía cuando, hablándole a su admirado Costa de su proyecto novelístico, expresaba que su pretensión era “rascar de la mentalidad española el fraile que la mayoría lleva dentro”. Su propósito tuvo cumplida respuesta eclesiástica; los obispos de Huesca y Jaca y el arzobispo de Zaragoza reprobaron Las tardes del sanatorio; circularon por la ciudad oscense dimes y diretes y anécdotas chispeantes como la de que el mastín que acompañaba a Kossti en sus paseos tenía por costumbre entrar en la iglesia de San Lorenzo a echar una meadita en las esquinas de los confesionarios…
Dícese, no obstante, que Manuel Bescós Almudévar arrepintióse de sus ataques a la iglesia y, momentos antes de su muerte, accedió a recibir la extremaunción y a ser enterrado como buen católico. “Descansó al morir”, es el epitafio de Silvio Kossti grabado en su nicho del cementerio de Huesca. Junto al epitafio, un bajorrelieve realizado por uno de sus grandes amigos, Ramón Acín, del que fue testigo en su boda con Conchita Monrás.
Qué triste cualquier muerte y sobre todo cuando se trata de una persona tan joven. Los cementerios no son lugares que me agraden y solamente acudo cuando estoy obligada a ello, así que no conozco mucho el de Torrero ni los ilustres que están enterrados allí.
Feliz enero.
Nunca es tiempo de morir… por eso la Muerte aprovecha cualquier resquicio para imponerse a la Vida, quizás por ello algunas representaciones de arte funerario tienen ese poder de atracción, como si se tratara de exposiciones de un museo al aire libre -y, si lo analizamos, no es sino eso-.
Buen enero para ti también.
He estado buscando información sobre Bescós Almudévar, Manuel y hay mucha en la red desde la Gran Enciclopedia Aragonesa, hasta la Fundación Ramón y Katia Acín, pasando por Wikipedia.
La placa en el cementerio es esta.
No, la información no es escasa; la pena es que un personaje de sus características haya quedado circunscrito a los estudiosos de la historia cuando fue uno de los grandes animadores intelectuales de provincias.
Interesante y desconocido para mi ese post-costista que fue Manuel Bescos. Hasta donde yo se, que es mucho, la verdad, todo lo que tiene que ver con Costa parece que estuviera gafado o maldito, o las dos cosas… Me viene al recuerdo el relato que me hicieron de la conducción de su cadáver y los intereses que se encontraron en ello.
A propósito del “arrepentimiento final” de bescos, le diré que sin poner en duda que fuera así, también se conocen de unos cuantos casos de muertos anticlericales hasta su momento final, cuyos últimos instantes fueron debidamente “adornados” con la guirnalda del arrepentimiento final y salvador… En ocasiones pudo pasar, pero tampoco me cabe la duda de que en muchas fue simplemente mentira o el moribundo accedió ante las presión de familiares y amigos que buscaban con ello su salvación… A saber.
Salud!
Está claro que al anticlerical Kossti lo llevaron al redil católico bien sujeto, y ya se encargaron el obispo y los suyos de publicitar la cristianísima muerte del renombrado ateo, que fue enterrado como católico, al contrario que su admirado Costa, agnóstico declarado incluso después da fallecido…
A Costa, muerto ya, se lo vienen sorteando todos los ideólogos de su tierra y hasta los foráneos; en Aragón le hace la ola el PAR, lo toma como ejemplo la Chunta, lo sacan a pasear PSOE e IU y hasta lo menta el PP cuando lanza sus panfletos sobre planes hidrológicos; hasta los anarcosindicalistas de su época lo trataron con deferencia y, en algunos casos, admiración -Ramón Acín, mismamente, y el Consejo de Aragón-.
Un profesor de Filosofía -ácrata él hasta la médula- nos decía que a Costa había que leerlo entero porque demasiados eran quienes ya se ocupaban de entresacar de aquí y allí frases que, leídas en su contexto, tenían poco que ver con las ideas que se pretendían presentar en nombre de Costa.
Fe de erratas: “hasta donde yo se, que NO es mucho” De hecho lo que se de él, procede en gran parte de conversaciones al respecto con un paisano suyo y de la lectura de un artículo histórico sobre su muerte….
…que seguramente será mucho más que tantos que repiten su archiconocida frase de “Escuela y despensa“.
Siempre está una aprendiendo… De Manuel Bescós no sabía nada y de Costa menos que don Charles hasta que me leí el artículo que enlazas. Y eso a pesar de que en mi ciudad hay una calle muy céntrica que lleva su nombre de toda la vida (de toda la vida mía, claro)
No te creas… Tampoco soy experto en Costa; durante algún tiempo la pedantería -llamémosle así- regeneracionista me echaba para atrás, hasta que me dio por interesarme en Lucas Mallada (de quien ya hablé en un post) y, con él, volví a reencontrarme con Costa. Y reconozco que, pese al abismo temporal, ideológico y social que nos separa, hay cantidad de aspectos desarrollados por ellos que mantienen tal vigencia que se diría que fueron diseñados como estudiado argumentario contra muchos de los acontecimientos que tienen lugar hoy en día.
así que “descansó al morir” (Hum…discrepo)
Ese epitafio no lo tenía anarkasis, me ha dicho que ya sí,
http://www.anarkasis.net/epitafio/epitafios.htm
…para epitafios punteros -y, para qué andarme con eufemismos, tronchantes- los del Cementerio Feliz de Săpânţa, en Rumanía, que es un auténtico festival de hilaridad mortuoria; claro, que hay que ir con alguien capaz de traducirlos.
Como a ti Acín te cunde mucho (y que te cunda, que te cunda cuantas más veces mejor) se me ocurre una pregunta-reflexión: ¿No te parece que en la peña intelectual de la Huesqueta de Ácín hubo demasiados colegas suyos que miraron para otro lado mientras los “buenos vecinos” acababan con él y Conchita? No lo digo por Kossti que ya estaba muerto antes de la guerra sino pensando en el “amigo” Campo y el “compi” Ricardo del Arco (éste fascista de catálogo).
Me he acordado de Aute por el título y la temática: “Que no, que el pensamiento no puede tomar asiento, que el pensamiento es estar siempre de paso.”
Salud.
No pensaba en Aute, pero ahora que lo mencionas y he releído la letra de su composición, hay, sin duda, una relación inconsciente entre mi humilde texto y el suyo.
La actitud de Vicente Campo respecto a lo sucedido con Ramón Acín y Conchita Monrás es incomprensible. Del Arco estaba entonces en Jaca, aunque dado cómo vitoreaba luego la desaparición de quienes consideraba enemigos de la patria, no sé si hubiera hecho algo para salvar a los Acín-Monrás… Del resto de la peña intelectual, no fueron pocos los que tuvieron que poner pies en polvorosa, y, de los que se quedaron, dudo que hubieran podido tener alguna influencia para evitar tan doloroso final.