“La Observadora”: Archivo personal
“…y allá arriba se reunían las brujas”, señala Marís cuando el grupo se acerca al bosquecillo de carrascas que indica el comienzo de la pista que serpentea hacia la cima del Tozal de Asba. “¿Vamos a subir andando?”, pregunta Jenabou, sudorosa ya por los cinco kilómetros recorridos a pie desde donde quedó aparcado el monovolumen.
Al final del repecho, con los bojes casi tintados de verde y los arbustos espinosos a la espalda, muestra la cima el tesoro de sus vistas, con las crestas de los montes empinadas hacia el cielo blanquecino ligeramente coloreado por la luz solar; a los pies, las masas arbóreas vestidas de entretiempo y, más allá, los agrestes recovecos con sus grabados de icnitas que guardan treinta millones de años de memoria fosilizada.
En ese mismo tozal, tuteladas por la noche, pactaron con el Ejército de las Tinieblas, dicen, Dominica la Coja, Martina Dueso y otras mujeres que, en muchos casos, pagaron con la denuncia, la tortura, el encierro y hasta la hoguera o la horca la osadía de sentirse singulares depositarias de la ciencia de la Sierra de Guara, confinadas, bajo tormento, a sus escobas voladoras y a los irreales encuentros lascivos con demonios priápicos para exclusivo goce auditivo de inquisidores ignorantes y rijosos.
“¿Cuántos kilómetros hemos caminado…? Me duele todo”, protesta Jenabou cuando, ya en el vehículo, dejan atrás Adahuesca.
Después de detenerse en la panadería de Abiego para comprar dobladillos de chocolate y tortas de cazuela, enfilan por la ruta de Peraltilla, a pocos metros de donde se levantan los veinte monolitos de granito rosado creados en 1995 por Ulrich Rückriem como símbolo de fusión del Arte con la Naturaleza.
Después de la caminata y las leyendas, lo que más me ha gustado ha sido el refrigerio. Ulrich Rückriem, se podía haber prodigado algo más y variar un poco, creando aunque fuera de manera figurada algún megalito, dolmen, algún menhir de los que Óbelix manejaba con una mano.
Por cierto me imagino que estarás orgulloso, “Más de 70 actos celebrarán el 25 aniversario de Guara como Parque Natural” aunque como se trate el parque tan mal como últimamente estamos acostumbrados, mejor que no se celebrara nada.
Siempre hay personas que no entienden que, además del hogar propio, hay una Casa Común cuyo mantenimiento es, incluso, más importante; pero eso suele pasar cuando un paisaje determinado tiene muchas visitas… Si el “cumpleaños institucional” sirve para concienciar, bienvenidas sean las celebraciones.
Es cierto que las piedras de Rückriem resultan extrañas en un lugar plagado de formaciones naturales increíbles, pero la distribución de cada bloque está hecha de tal manera que, según el ángulo de visión, la apreciación del conjunto es cambiante; tan pronto se ve un muro impenetrable como un laberinto. Y, ojo, que no siento ninguna fascinación por esa artificiosidad ni por el mensaje que supuestamente transmite.
Estas brujas del XVI que mencionas me ha hecho caer en la cuenta que aquí no hemos tenido noticias de que se dieran por aquella época ni que terminara ninguna en la hoguera, quizá porque por entonces estaban demasiado ocupados persiguiendo a los moriscos y los judíos.
En la provincia de Huesca hubo cientos de procesos contra supuestas brujas y, entre los siglos XV y XVI, se han documentado los casos de 120 mujeres que fueron ahorcadas o quemadas, no sólo por la Inquisición sino por sentencias dictadas en los propios municipios, a cuyos administradores daban poderes los Fueros de la Corona de Aragón.
cosas de brujas
quita,
quita,
me presino
y agua bendita.
Un saludo
Efectivamente… Cosas de brujas, rebrujas, requetebrujas, 😀
Le garantizo que queda anotada la panadería de Abiego, y sus dobladillos y tortas para ser degustadas -la próxima que por allá asome-, como seguramente merecen. De dominica me regalaron hace un tiempo un libro, y tengo algunas notas tomadas sobre el brujerío aragonés, y en particular el de Huesca, por tener mucho en común -por ser pirenaico-, con uno que me es tan familiar como es el navarro.
Mas al sur, en Trasmoz -Zaragoza si no me confundo, que lo digo de memoria-, me contaron aquellas historias de brujas -la Galga, era una de ellas-, monederos falsos, de las que Becquer nos ha dejado alguna memoria.
Trasmoz sigue siendo un referente. ¡¡¡Un pueblo todavía excomulgado y maldito!!! Un filón becqueriano para amantes de circunstancias tenebrosas, sin duda. Y, de nuevo, la misteriosa magia de un monte, el Moncayo, presidiendo viejas leyendas similares a las que se desarrollaron en los Pirineos, sus bosques, sus claros y sus valles… Imposible no sentir atracción por esas historias siempre ornamentadas que continúan transmitiéndose y escribiéndose. Si, además, se acompañan de las especialidades reposteras y culinarias de cada zona…
Al igual que dicen en Galicia, las brujas haberlas, haylas. Mi abuela contaba muchas historias de brujas que a ella le habían contado cuando era una niña, no sólo de la Giganta que vivía detrás de los mallos de Riglos sino de mujeres brujas de Santa Eulalia de Gallego y de Murillo que tenían remedio para cualquier mal y que a algunas las denunciaron como a Treseta de Cosme acusándolas de utilizar hechizos para estropear cosechas y hacer enfermar a los rebaños que pastaban en la sierra.
Son historias que nunca cansan y se desarrollan en lugares en los que todavía se olfatea cierto aire de misterio como las sierras hermanas de Guara y Gratal de tantas leyendas fabulosas.
Un abrazo.
Meigas, bruxas, sanadoras, entendederas, moras, gigantas… Mitos femeninos del conocimiento prohibido; muchas veces, historias de mujeres inconformistas que los convencionalismos transformaron en malvadas.
Buen finde, querida.