«Nocturno»: Archivo personal
A poco más de media hora del comienzo de la función, se escucharon los primeros golpes del granizo sobre el conglomerado de pizarra. Tornose el azul aciano del cielo en índigo mientras cientos de grumos inmisericordes, zigzagueantes y congelados lapidaban el Barrio en brutal tamborrada durante siete minutos —quizás ocho—.
Cuando expiró la arremetida atmosférica, el fenomenal cartel enmarcado en listones de cerezo —apenas protegido bajo la marquesina de la entrada— que anunciaba la obra, ya sólo era un guiñapo colgante que la veterinaria que se ocupa de la salud de los gatos del Barrio terminó de desprender entre dicterios dedicados a una fuerza invisible o, quizás, a sí misma, que durante cinco años lo había preservado en su embalaje original en forma de tubo.
Aquel cartel de 1’30×90 en papel satinado, con un fondo en tonos verdosos y pardos resaltando la imagen de un rinoceronte paticorto con el nombre del dramaturgo franco-rumano impresionado, en letras góticas doradas, en su parte superior, había formado parte de una remesa de cien —editados en Rumanía— que Marie-France Ionesco había obligado a desechar porque el nombre de su padre, Eugène Ionesco, había sido transcrito en su forma rumana —Eugen Ionescu— aquel otoño del 2009 en que se celebraban diversos actos para conmemorar el centenario del nacimiento del escritor. Ella misma, cual diosa omnipresente, había supervisado cada evento para evitar que Rumanía, país de origen de su progenitor, ondeara la nacionalidad balcánica del literato en detrimento de la francesa. «Estoy harta de que se exhiban los orígenes de mi padre. Él era francés; escribió en francés y vivió en Francia. Rumanía no tiene derecho a celebrar el centenario de mi padre como si de un compatriota se tratara. Que lo celebren si quieren, sí, pero como autor francés».
—Igual tiene arreglo. Lo extendemos y, cuando se seque, se nos ocurrirá algo—, le susurró María Petra de [Casa] O Galán, directora de la versión adaptada de Rhinocéros, a la veterinaria, responsable de la iluminación y efectos especiales de la obra, cuando ya la sala empezaba a llenarse de público.
[A las ocho y media de una tarde prematuramente oscurecida, con los restos de la granizada blanqueando calles y jardines, se apagaron las luces, se iluminó la pantalla blanca y se vislumbraron tras ella las siluetas sombreadas de los dos personajes que iniciaban el primer acto. Cerca de la tarima del escenario, fuera de las miradas del público, tres inmensos rinocerontes recortados en grueso cartón ondulado aguardaban, en el suelo, su turno de aparición.]
A poco más de media hora de haber pasado ayer por Almazán (Soria), procedente de un pueblecito de Segovia, ocurrió lo que algunos vecinos del pueblo grababan.
Si nos retrasamos un poco, el coche se hubiera quedado lleno de cicatrices y posiblemente si no me hubiera podido refugiar en algún sitio, con alguna luna rota, ya que en casos de granizo me paro en cualquier sitio parra evitar salirme de la calzada.
De buena te libraste…. Las pedregadas suelen ser tremendas -esa que enlazas en Almazán es de récord-. Hace unos años, me pilló una yendo en bici y sin un mal techado bajo el que cobijarme; afortunadamente no fue muy potente, pero aun así terminé con los brazos -con los que me protegí la cabeza-, el cuello y la espalda llenos de moretones.
Conociendo, aprendiendo, almentándome de tus conocimientos y apagando mi ignorancia.
Gracias
Un abrazo
Qué cosas dices Trini…
(Y yo sin el emoticón sonrojado.)
Besos.
Muy interesante y,como siempre, lleva a la reflexión. Estoy de acuerdo con la hija de Ionesco: las raíces se hunden en la tierra que te da de comer, no en el páramo del que te expulsaron cuando eras nadie.
No obstante, me maravilla esa capacidad tan evolucionada que tienen los franceses de «adoptar» como suyos a multitud de grandes artistas que realmente son naturales de otros lugares. Lo curioso es que, con el paso del tiempo, terminan por ser considerados franceses de pura cepa. Pones el ejemplo de Ionesco, pero recuerda lo que pasa con Picasso, que fuera de España hay muchos que lo consideran francés, Marie Curie, Le Corbusier, etc…
Salud!
En el caso de Ionesco, la precisión de la hija sobre la «francesidad» del autor va más allá del hecho de considerarse a sí mismo francés.
Las autoridades comunistas rumanas, en respuesta a las diatribas de Ionesco contra el comunismo, habían sacado a colación su «proximidad» al nazismo durante la II Guerra Mundial, documentando, incluso, que había actuado como representante del gobierno rumano pronazi en la Francia de Vichy, asunto que, viniendo de un país del Este, no tuvo excesiva relevancia hasta que unos años después de la muerte de Ionesco la autora Alexandra Laignel-Lavastine publicó el libro «Cioran, Eliade, Ionesco : L’oubli du fascisme», donde sacaba a colación los antiguos secretos ideológicos (documentados con textos) de algunos de los escritores de origen rumano que habían adoptado Francia como patria.
Independientemente de todo lo anterior, llevas razón: Cada persona tiene derecho a considerarse del lugar donde se siente.
MI patria, mis zapatos…
Salud.
Que Picasso era francés lo pensaban hasta los malagueños hace 40 años. Unos desconocían su existencia y otros abominaban de “ese rojo que pinta cosas raras”, hasta que alguien descubrió que podía ser rentable explotar al paisano… y ahí tienen el museo. (Que no han pisado la mayoría de los malagueños, pero eso es otra historia)
Pero lo cierto es que Picasso nunca se consideró francés,sino español, pese a no volver jamás a su país de origen; hasta rechazó ser condecorado con la Legión de Honor. Era, al parecer, un sentimental. Sólo en 1940 solicitó naturalizarse francés, nacionalidad que no le concedieron porque era considerado un peligroso extremista de izquierdas. Luego, cuando en Francia estaban ansiosos por concedérsela, dijo que nanai, que él se moriría siendo español, así que le hubiera sentado como una coz saber que algunos de sus paisanos lo tenían por exranjero.