“Within Dying Range – Global Fever 1”: Jan Kolling
Guénolé, el primer sobrino nieto de la Hermana Marilís, descansa en su cunita de metacrilato del Hospital Joseph Ducuing, en la calle Varsovie del barrio de Saint-Cyprien de Toulouse, en el renovado edificio donde una sencilla placa recuerda a los utópicos guerrilleros españoles que fundaron el centro hospitalario —llamado entonces Hospital Varsovie— bajo los auspicios del Partido Comunista y en cuyo dispensario trabajó solícitamente la extraordinaria y libertaria Amparo Poch Gascón, feminista, maestra, dibujante, escritora y brillante médica zaragozana fallecida en el exilio el 15 de abril de 1968 y rescatada de entre los escombros de la memoria por Antonina Rodrigo, autora de una fascinante biografía de la cofundadora de Mujeres libres.
El Hospital Varsovie se fundó en octubre de 1944 para atender a los guerrilleros españoles heridos a raíz de la fracasada Operación Reconquista, cuando más de setecientos maquis entraron en España por las fronteras de Huesca, Lérida, Valle de Arán y Navarra enfrentándose, durante once días, a las fuerzas franquistas, en una guerra de guerrillas que, indudablemente, estaba perdida antes de planearse. Posteriormente, en mayo de 1945, el hospital, ubicado en una antigua y señorial mansión abandonada por los alemanes, se constituyó legalmente como centro sanitario civil de asistencia gratuita a todos los refugiados españoles y que se subvencionaba con las aportaciones de organizaciones internacionales de apoyo al antifascismo español, del gobierno francés y del Partido Comunista.
«Ningún enfermo tiene la impresión de estar en un hospital donde todo lo que le rodea sea extraño; al contrario, tiene la sensación de estar cuidado en su casa y en familia; médicos, enfermeras y personal administrativo, todos españoles, con la única preocupación del paciente que es al mismo tiempo su amigo en el exilio y su compañero de lucha por la reconquista de la patria perdida.», puede leerse en una Memoria editada por el propio hospital en 1950. Pero la situación cambiará cuando EEUU comience sus purgas contra el comunismo —real o no— dentro de sus fronteras y se inicie la Guerra Fría con la URSS. El cineasta Howard Fast, que ayudaba económicamente al Varsovie, comunicará al hospital: «El Comité de Actividades Antiamericanas nos ha exigido darles los nombres de los republicanos españoles que hemos ayudado, de suerte que, de hacerlo, nos hubiésemos convertido en criminales asociados al abominable Franco. Y porque nos hemos negado a ello vamos a la cárcel.»
Las presiones estadounidenses —a las que lógicamente y con tesón, se une la dictadura franquista— terminan desbaratando el pequeño enclave sanitario español en Toulouse. El 7 de septiembre de 1950 es encarcelado el equipo médico del Hospital Varsovie y, un mes después, el gobierno francés ordena la liquidación de todos los bienes de la sociedad que administraba los donativos que se recibían para mantener el centro.
En noviembre de 1950, el doctor Joseph Ducuing se hace cargo de los pacientes ingresados y, junto con otros médicos franceses y la ayuda económica del Partido Comunista Francés, adquiere el inmueble y se constituye la Asociación de Amigos de la Medicina Social, gestora del hospital hasta 1982.
…y casi setenta años después, arropado por retazos de historia, duerme Guénolé su primer día de vida en el Hospital Ducuing-Varsovie, con el aire de Saint-Cyprien trayendo vaivenes de voces españolas.
Que interesante esta historia, que desconocía totalmente. Lo único familiar para mí es el nombre de la paisana Antonina Rodrigo, la principal biógrafa de Mariana Pineda.
Hay, desgraciadamente, demasiada historia oculta de un pasado no tan remoto; la de este hospital ha sido una de ellas.
Las biografías de tu paisana, Senior citizen, son excelentes; es una escritora sensible que ahonda en sus biografiados con humanidad y sin extravagancias. De Amparo Poch hace un retrato fabuloso y realista.
Algún día se escribirá también la biografía de Antonina, que es singular no solo por su obra, sino por su trayectoria personal.
Pues seguramente, Senior citizen. Y se leerá con fruición, porque una persona que se ha detenido, como ella ha hecho, en las vidas ajenas, merece ser conocida, a su vez, y justamente valorada. Solamente con su entrega, se puede calibrar la personalidad que hay bajo la escritora.
Esperemos que ese pequeño Guénolé que duerme tranquilamente su primer día, no tenga que pasar a lo largo de su vida por ninguna guerra cruel.
Es un deseo, Leodegundia, que debería ondear, como bandera de los buenos propósitos, en todo el planeta.
Menudo recorrido nos acabas de dar, desgraciadamente en el Hospital Varsovie, me he perdido, ya que al igual que la jerga que utilizan los médicos es incomprensible, el francés, por mi ignorancia también lo es. Demasiadas cosas olvidadas, desconocidas, incluso tapadas por un tupido velo que impide en ocasiones ver más allá de lo que han querido contarnos.
No he encontrado ningún video en castellano, querido Jubilado, así que lo he insertado en versión original; al menos se ve cómo era el edificio… Al Varsovie le pasó que fue el balón que se lanzaron los unos contra los otros -coincidió, además con las purgas que llevó a cabo Carrillo cuando hacía reverencias al Kremlin-.
Amparo Poch, que fue anarquista y no comunista, ha sido, por fin, reivindicada en Zaragoza -una calle, un Centro de Salud, una Sala de la Universidad, llevan su nombre; además de una muy activa Asociación de Mujeres-. Fue una mujer increíble, con una capacidad de trabajo y una mentalidad sorprendentes.
Espero que Guénolé tenga en su vida toda la paz que a tantos que pasaron por ese hospital se le negó.
Me ha estremecido la historia que nos cuentas. Me era totalmente desconocida.
Un abrazo
Quizás, cuando sea mayor, él y las personas de su generación sean capaces de no repetir los acontecimientos negativos de la historia.
Besos, Trini.
Nos acercas historias de personas que, aunque no estén contempladas en los libros de texto, ni en la mayoria de los de historia, han hecho una labor enorme para sus semejantes y no hay mayor gloria (aunque sea injusto en muchos aspectos) que entregarse a los que lo necesiten
Gracias por ello
Un abrazo
Las gracias debo darlas yo por acercarte a leerlas y expresar tu opinión, querida Luz.
Otro abrazo.
Injusta la actitud de los yanquis. Despues de todo, un hospital es un refugio de enfermos y heridos. No conocía esa historia.
Un abrazo.
Los EEUU consideraban que los miembros del personal sanitario del Varsovie eran espías al servicio de Moscú, y esa fue la razón de que el gobierno francés iniciara una redada que terminó con el equipo médico, primero, en la cárcel, y, posteriormente, expulsados del país. Pero el hospital nunca dejó de funcionar; siguió adelante con el equipo del doctor Ducuing fiel a los viejos principios. Cambió de manos pero no de ideales.
Otro abrazo, tío Antonio.
Tiene larga historia ese hospital, pero me intriga si eran de verdad espías los q trabajaban allí. ¿Se supo alguna vez la verdad?
Salu2.
La verdad y la mentira, en esa época donde ya estaba establecida la política de bloques, es siempre relativa. Desde luego, en el hospital, registrado cuidadosamente, no se hallaron depósitos de armas ni una emisora clandestina con comunicación directa con Moscú. Los supuestos quintacolumnistas sólo se dedicaban a ejercer su labor profesional en un centro hospitalario.
A Amparo Poch la conocía pero no sabía nada del hospital de Toulouse. Investigando en internet he leído que hay un documental en DVD titulado LA BATALLA DEL VARSOVIA, en catalán, con un tráiler en el youTube. Abunda en lo que tú has contado.
Sigo…
Te perdono la propaganda comunista porque sé que Carrillo te caía como a mí, como el culo.
Es broma, es broma, excepto lo del trepa de Carrillo, jeje.
Salud.
La trayectoria de Carrillo dice ya bastante sobre él: socialista, estalinista, eurocomunista, socialdemócrta… Mejor, lo dejo ahí.
El trailer apunta maneras. Gracias, Fer.