«Castillo de Montearagón»: José María Escolano
“No pararé, padre y rey mío, hasta que la ciudad sea nuestra”, cuentan que prometió, el 4 de junio de 1094, Pedro I ante el agonizante Sancho Ramírez, rey y comandante de los ejércitos aragoneses, herido de muerte por una aciaga flecha ante las poderosas murallas de la ciudad musulmana de Wasqa —Bolskan íbera y Osca romana—, la urbe más al norte de todo Al-Ándalus, vasalla del rey hudí Al-Musta’in II de Saraqusta.
Sancho Ramírez, rey del todavía joven y poco extenso reino pirenaico de Aragón y de Pamplona, había puesto cerco a Wasqa, waliato de unos cinco mil habitantes, con cuatrocientos años de gobierno árabe y pieza clave para la expansión del reino hacia el sur. Los aragoneses conocían bien el terreno que hollaban; durante años, habían mantenido excelentes relaciones con aquellos a quienes pretendían conquistar, unas veces como recolectores de las opimas cosechas de los campos que se extendían extramuros y, otras, como aliados en los conflictos que los gobernadores árabes mantenían con otros territorios. Pero la necesidad de ampliar su reino había llevado a Sancho a intentar hacerse con aquel enclave que, de ser conquistado, abriría las puertas a futuros logros.
A pocos kilómetros de la fortificada Wasqa, en un monte pelado, había mandado levantar el rey aragonés un soberbio castillo-abadía que se alzaba, provocador y majestuoso, a escasos kilómetros del amurallado recinto musulmán de cien torres imponentes. Y a ese castillo, llamado de Montearagón, se trasladó el rey para dirigir el hostigamiento contra la deseada ciudad que se extendía a sus pies. Al oeste de la ciudad cercada, en otro cerro estratégico conocido como El Pueyo de Sancho, mandó edificar un baluarte de vigilancia permanente entre Wasqa y la Taifa de Saraqusta.
Caído Sancho Ramírez junto a la anhelada ciudad, su hijo Pedro tomó el relevo con idéntico ímpetu. Diez años tardaría la musulmana Wasqa en ser derrotada.
El 19 de noviembre de 1096, los ejércitos aragoneses y navarros enfrentados a los árabes y castellanos que defendían Wasqa, vencieron a sangre y hierro en la pavorosa dizque mágica batalla de los llanos de Alcoraz, en las cercanías de la ciudad sitiada, con el inestimable concurso del santo caballero Jorge de Capadocia.
«…invocando al Rey el auxilio de Dios nuestro señor, apareció el glorioso cavallero y martir S. George, con armas blancas y resplandecientes, en un muy poderosos cavallo enjaeçado con paramentos plateados, con un cavallero en las ancas, y ambos a dos con Cruces rojas en los pechos y escudos, divisa de todos los que en aquel tiempo defendían y conquistavan la tierra Santa, que aora es la Cruz y habito de los cavalleros de Montesa. Espantaronse los enemigos de la fe viendo aquellos dos cavalleros cruçados, el uno a pie, y el otro a cavallo: y como Dios les perseguía empeçaron de huyr quien mas podía. Por el contrario los Christianos, aunque se maravillaron viendo la nueva divisa de la Cruz: pero en ser Cruz se alegraron, y cobraron esfuerço hiriendo en los Moros: y assi los arrancaron del campo y acabaron de vencer.»– Crónica de la batalla de Alcoraz, escrita por Diego de Aynsa en 1619.
Ocho días después, Wasqa abría sus siete puertas a los nuevos señores y se inclinaba ante el rey Pedro I, que ascendió, victorioso, por las empinadas callejuelas que llevaban hasta la mezquita mayor, conocida, popularmente, como Misleida. Huesca —con parte de su población musulmana emigrada y repoblada por aragoneses pirenaicos, mozárabes y francos— entraba a formar parte del Reino de Aragón.
NOTAS
- Una leyenda del siglo XIII atribuye a San Beturián el triunfo de las tropas aragonesas sobre las musulmanas. Cuéntase que el santo se apareció al mismísimo rey Pedro I antes de la refriega prometiéndole ayuda si acudían a la lucha portando las reliquias guardadas en el cenobio situado en la Peña Montañesa. La relación de San Jorge con la batalla de Alcoraz no se establecería hasta dos siglos después.
- El Pueyo de Sancho, a cuyos pies tuvo lugar la batalla de Alcoraz, se conoce actualmente como cerro de San Jorge, uno de los pulmones verdes de la ciudad de Huesca. En su cima se halla la ermita de San Jorge. El santo es, además, desde el siglo XV, uno de los patronos de la ciudad —junto a San Lorenzo y San Vicente Mártir—.
- El patronazgo de San Jorge sobre Aragón se remonta a la Edad Media. La cruz roja de San Jorge sobre fondo blanco se convirtió en divisa de los reyes de Aragón. El tercer cuartel del escudo, donde aparecen cuatro cabezas de musulmanes entre una cruz roja, alude directamente a la batalla de Alcoraz.
O sea, que hoy estáis de fiesta de Santo Patrón.
Una lección de historia es la que me llevo esta tarde de aquí.
PD: El domingo me acordé de ti ya que mi hijo que ha estado visitando Zaragoza, me trajo una «Trenza de Huesca»:):)
Un abrazo
El asueto siempre es bienvenido, independientemente de la celebración.
Espero que tu hijo lo pasara bien en Zaragoza, ciudad en la que tanto hay para ver. La Trenza, buena, imagino. Aunque las originales son las de Almudévar. Con la gastronomía que trasciende sucede como con casi todo, que se termina copiando. Antes, en Pamplona, podías comprar una genuina Trenza de Almudévar; ahora te venden una que llaman Trenza de Navarra.
Más abrazos.
Disfruté muchísimo con esta entrada por lo mucho que me gusta la Historia.
Está visto que las guerras se hacían tanto como defensa del un territorio como cuando alguien quería expandir el suyo y como no todo el mundo estaba por irse tranquilamente a la guerra, era necesario inventarse algo que aunara a las tropas y les infundiera el afán de lucha, podía ser la aparición de un santo o cualquier otra señal asombrosa o sobrenatural y está claro que funcionaba.
El presente sólo es comprensible, en muchas ocasiones, si se escudriña en el pasado; el pretérito es la fuente de ese río de curso cambiante que desemboca en todos los futuro posibles.
Que en esta batalla en concreto -y en la Reconquista en general-, la religión no era ningún motivo, está plenamente probado; los ejécitos árabes llegados de Saraqusta (Zaragoza) para defender Wasqa (Huesca) tenian una buena representación de facciones cristianas que eran aliadas de los musulmanes y, como tales, acudieron en su ayuda.
Los argumentos para la guerra han variado poco a lo largo de la historia, salvo que los convocantes de las batallas actuales no marchan delante de sus guerreros sino que las pergeñan bien atrincherados tras las pantallas de sus computadoras y sus teléfonos-satélite. Eso sí, los perdedores son siempre los mismos, entonces y ahora.
¿Los llanos del Alcoraz están por el campo de´fútbol del Huesca? He estado un par de veces y sé q se llama campo del Alcoraz, al lado de un pinar.
Salu2.
Efectivamente; parace ser que la batalla se localiza, históricamente, en esa zona. Y el pinar que mencionas es el cerro de San Jorge.
Claro, con la ayuda de los santos se entiende que llegaran hasta sitiar Granada…. Una competencia ilícita, diría yo.
…y cómo han dado de sí los Santos Mamporreros. «Lástima«, pensará la delegada Cifuentes -tan larga de lengua ella-, «no contar con tan eficiente parapolicía divina«.
Los cristianos medievales nos dan una le cción sobre cómo abordar tanta bobada multicultural. Políticos de ese estilo se necesitarían en España.
¿…y entre esos cristianos medievales fundamentalistas incluyes al personaje de tu nick?
Perfecto recorrido por la historia, solamente he echado en falta a a href = «http://www.unjubilado.info/2007/08/03/san-jorge-y-el-dragon/»>San Jorge peleando que como sabes, se encuentra en la autovía Mudéjar a la salida de Huesca hacia Nuevo.
.
Se me ha debido de resbalar la espada, que como hace mucho que no la utilizaba, la tenía oxidada y al darle aceitillo…
Espera a ver si la consigo sujetar.
Es un conjunto artístico muy, muy curioso. Y tiene razón tu comentarista cuando describe al dragón como una mezcla entre metal y raspa de sardina.
Siempre se aprende en la lectura de tu blog. Después de leídos todos los comentarios y respuestas, sólo añadir que eso de la pelea, la violencia y la guerra, bien sea física, psicológica o de cualquier otra naturaleza, debe ser consustancial al ser humano.
Existe una teoría que afirma que repitiendo durante generaciones un comportamiento, éste se incorpora a la genética (de la misma forma que desaparecen los órganos que no se utilizan) y ya es difícil modificarlo, porque pa más inri nos hacemos adictos a todo, máxime si además el poder anda por medio..
En fin…
Besitos y gracias
No sé si la violencia es un comportamiento inncorporado, pero es indudable que forma parte del ser humano, incluso si no se hace uso de ella. Evidentemente no podemos aplicar a épocas lejanas los parámetros actuales. Son contextos distintos y no intercambiables. Resulta, no obstante, incomprensible, que los avances, la acumulación de conocimientos y la misma razón no hayan sido capaces de desasirse de la hostilidad agresiva y cruenta que se mantiene, como pandemia permanente, desde que el ser humano transita por el planeta.
Un abrazo, Luz.
Leyendo tu magnífica crónica resumida del asedio y conquista de Huesca, he recordado la jota que cantaba mi abuela:
Sierras de Gratal y Guara,
ruinas de Montearagón,
fuentes de Marcelo y Jara.
Huesca de mi corazón.
Feliz fin de semana.
Qué sería de nuestra vida sin esos recuerdos de la gente y el entorno.
No se si la violencia está en la persona, pero sí se que sin ella no se hubieran conseguido algunos avances de la sociedad. ¿Que hubiera sido mejor conseguirlos pacíficamente? Cierto, pero el hecho es que fueron así.
Llevas razón. Salvo que no se puede comparar la actitud de los pueblos del pretérito con los conflictos actuales. Afganistan e Iraq -por poner un ejemplo de campos de batalla con participación internacional- son dificilmente digeribles, cruentos fiascos del matonismo y la idiocia, de la desfachatez y el despropósito.
Estas pinceladas históricas muestran que poco hay nuevo bajo el sol, que decía no sé quién y que pertenecer a este grupo o al del otro lado depende de la cantidad de espadas que se utilizaron para doblegar a los de más aquí. Por eso los nacionalismos me parecen chuminadas.
Salud.
Jodo, hasta el cid.
…la historia interpretada e interpretable para que coincida con los argumentos propicios a cada cual…