“Trees in mist / Árboles en la niebla”: Aztlek
Antes de que la boira tome posiciones en cada rincón del Barrio se la ve, vestida de gallinazo, sobre la pardina Furtasantos [1], envolviendo las ruinas de piedra toba de la que un día fuera Casa Cucharero, junto a la peligrosa bajante que desemboca en el río, escenario, tantos inviernos níveos, de trepidantes -y prohibidos- descensos -sobre sacos de plástico- que, en la mayoría de las ocasiones, terminaban con varias magulladuras y, de vez en cuando, alguna brecha o un hueso roto. El Gran Esbarizaculos, llamaba la chiquillería, con respeto, a tan atrayente como temida ladera. Los chiquillos se deslizaban boca abajo, entre punzadas de euforia y miedo, con el rostro congestionado y la lengua adherida al cielo del paladar, encarados hacia la orilla del río, que parecía alzar unos imaginarios brazos pedregosos anunciando el batacazo; sólo la pericia del ‘conductor’ y sus buenos reflejos para rodar hacia un lado segundos antes del ‘aterrizaje’, impedían que el divertimento tuviera consecuencias desastrosas.
NOTA
[1]Furtasantos significa, literalmente, “ladrón de santos”. Parece ser que el nombre de la pardina hace referencia a un pastor de Casa Cucharero que era natural de Javierrelatre, localidad cuyos habitantes reciben ese apodo. Según cuenta la leyenda, los vecinos de Javierrelatre querían llevar a su pueblo una imagen de la Virgen de los Ríos encontrada en un monte de la vecina localidad de Aquilué, pero cada vez que la cogían para llevársela, los aprendices de ladrones se dormían. La Virgen, naturalmente, se quedó en territorio de Aquilué, pero ello no evitó que los de Javierrelatre fueran llamados, a partir de entonces, furtasantos.
Lo bueno que tiene la infancia es que se descubren esbarizaculos (me encanta el término)y otras muchas maravillas donde los adultos sólo ven ocasiones de peligro, y siendo cierto esto último, sólo a veces, claro, cuántas ocasiones de divertirse perderían los infantes de no ser lo que son: esos locos bajitos, como los llama mi admirado Serrat.
Besitos
…que eso no se dice,
que eso no se hace,
que eso no se toca.
…pero nadie puede robar esos instantes sin adultos censores.
Besos y buenos momentos. Y a seguir siendo locuelos y locuelas aunque ya no seamos tan bajitos.
Este relato me ha hecho recordar situaciones que, desde hace años no contemplo.
Niños con moretones, magulladuras, heridas, rozaduras.. todo de jugar, a lo bruto, pero jugar y disfrutar del juego.
Ahora los niños llevan la piel limpia, ni un solo arañazo se vislumbra, pero la mente…. esos videojuegos…esos realitys……
Me alegro de haber vivido en aquellos años. Yo misma tengo heridas de “guerra” de una guerra no tan temible como la que practicaban “ellos”. Recuerdos de la niñez.
Saludos y Feliz Navidad
Quizás, Esperanza, haya demasiado hormigón y la infancia necesita espacios abiertos donde crear mundos imaginados… Y están la prisa, el consumismo y las actividades extraescolares que se eternizan… Y demasiados adultos con poco tiempo -y ganas- para ponerse en la piel de una criatura.
Felices días, también, para ti y tu gente.
He visto a los niños deslizarse sobre los sacos de plástico. He oído sus risas y presentido sus temores y sentido sus victorias, tras el bien aterrizar.
He leído tu hermosa prosa con los sentidos alertas, o mejor dicho, tus letras han exaltado mis sentidos. Gracias por este regalo.
Un fuerte abrazo y Felices Fiestas.
…ahora solo queda, Trini, cerrar los ojos, enfundarse en ropa de abrigo, tenderse sobre el saco -los anaranjados de “gránulos Diana” eran los mejores- y dejar que la imaginación haga el resto.
Buenos y familiares días.