«Angeline»: Dominic Rouse
En una pequeña ciudad aragonesa, a finales de los 60, un insigne intelectual y añoso catedrático de instituto que, en su mocedad, fue ferviente seguidor de la Gloriosa Cruzada, se refocilaba abrazando a sus pequeñas alumnas, sentándolas sobre sus rodillas, pasando sus manazas por las piernas de las niñas y “jugueteando” con el elástico de las braguitas mientras le decían la lección… Llevaba años haciéndolo hasta que el padre de una de las alumnas se presentó en el instituto. Nunca se supo de qué hablaron, pero al poco tiempo del encuentro las niñas salían a decir la lección distanciadas del profesor manoslargas.
Ni qué decir tiene que el laureado caballero -entonces conocido como “viejo verde” porque el término pederasta se ignoraba- era un catolicísimo prohombre que procesionaba, con fervor, en Semana Santa. Que su querencia por las niñas fuera pública -todos lo sabían pero callaban- no era un obstáculo para que se le considerara un hombre virtuoso y un intelectual de tronío.
Cuando murió, a los panegíricos que le dedicaron sólo les faltaba una solicitud formal para que el Vaticano le incluyera en el santoral. – Comentario (nº 48, pag. 5) aparecido en la versión digital de El Periódico de Aragón, bajo la firma En otro tiempo, el día 30 de marzo de 2010.
–Esa historia la tenía olvidada. Cuando pasó tampoco era muy consciente de si lo que ocurría estaba bien o mal.
–Bueno… Bien, lo que se dice bien, sabíamos que no estaba.
–Y tampoco lo comentábamos tanto. Éramos unas crías de nueve o diez años.
–Éramos rematadamente tontas…. Tontas de matrícula de honor.
–Pues a mí el hombre me dio asco desde que lo vi por primera vez. O eso es lo que me viene ahora a la cabeza.
–Era repulsivo… Repulsivo, viejo y literalmente baboso.
–Yo recuerdo el mal olor de su clase…
–…y la oscuridad que había en ese pasillo que debíamos recorrer. Era en la única asignatura que nos trasladábamos de aula.
–Desde la perspectiva de ahora, parece como si entonces, hace cuarenta años, todo estuviese preparado para facilitarle la tarea a aquel, a aquel…
–Facilitarle la tarea, no sé…. Pero seguro que, como se dice en el comentario, todos sabían qué les hacía a las alumnas.
–¿A las alumnas…? A nosotras, querrás decir.
–Si entonces hubiéramos sabido lo que sabemos ahora…
–A mí nunca me llegó a sobar pero un par de veces que estuve sentada en un pupitre de la esquina, en diagonal a él, veía sus manos debajo de la falda de la niña que había sacado a decir la lección.
–Yo, las tres o cuatro veces que salí, me quedé muda y me mandó al sitio.
–Pues yo sí recuerdo cómo me pasaba las manos por las piernas… hasta el muslo. Me decía: “¿Has estudiado mucho, corazón?”
–¿Os acordáis de que siempre había unas niñas que, por turnos, se quedaban con él a la hora del recreo?
–¿De nuestra clase…?
–De las dos clases. Les hacía ir para almorzar con él.
–¿Y alguna de ellas comentó qué ocurría durante esa media hora?
–No, que yo sepa. Mejor no imaginarlo siquiera.
–¿Y a ti cómo se te ocurrió comentarlo en casa? Yo no lo hubiera hecho, en esa época, ni aun torturándome. Con lo pardilla que era entonces…
–Porque cuando noté que me metía los dedos por debajo de la braga me sentí… No sé si avergonzada… No sé cómo me sentí entonces exactamente. No sabría explicarlo. Pero yo también me quedé muda. Como tú… Y no creáis que se lo dije a mis padres por el magreo en sí, sino porque como no supe explicar la lección temía que me cateara… Así de estúpida era entonces..
–Sólo éramos unas crías…. Unas crías que no entendíamos muy bien qué estaba pasando. Y él era el profesor.
–Lo sé. Lo sé. Pero me encorajina la simplicidad de mis diez años. Yo sólo quería justificar ante mis padres un posible suspenso. Por eso les conté que el profesor me había tocado el culo… Al día siguiente, mi padre, en lugar de ir a trabajar, se fue al instituto y habló con el director…
–Qué fuerte.
–…amenazó con partirle la cara al catedrático si me volvía a poner las manos encima. Eso fue todo. Desde ese momento ya no se me pidió que saliera a la tarima y mis exámenes de sobresaliente en su asignatura se convirtieron en suficiente en la nota final de curso.
–Pero no volvió a tocar a nadie…
–Eso creo.
–Ya iba bien servido, ya. Años y años sin que nadie le estropeara la… diversión al reputado intelectual abusador.
NOTA
Crimen.
(Del lat. crimen).
1. m. Delito grave.
2. m. Acción indebida o reprensible.
3. m. Acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien.
Cuántos casos así, como este que describes, se habrán vivido y tapado y oscurecido, por verguenza de los que los padecieron, por el pensar que era «normal», por la inocencia estúpida que nos inculcaron desde la cuna y el respetar al mayor o al poderoso, sí o sí…
Sabes qué pensaba cuando acababa de leer, qué suerte tuvo esa niña de que su padre la creyese, de que su padre actuase tal como lo hizo, porque yo recuerdo que cuando contabas en casa alguna injusticia de un profesor (no del calado de esta, por supuesto) los padres, al menos mi madre, respondían, que algo habrías hecho tú… Así de absorvidos estábamos todos.
Abrazos
qué desprecio me produce….
y qué terrible que «todos lo sabían pero callaban»
Bueno, que Feliz Pascua, amigo
Toda la vida han ocurrido estos hecho, no por ello disculpable. Pero lo que me parece obsceno, que recalquen lo de «católico», qué pasa ¿ sólo a van a sacar a la luz a las personas católicas, incluidos sacerdotes ? ¿no hay pervertidos/as musulmanes, buditas, evangélicos, ateos, políticos, deportistas, albañiles, abogados, jueces, popes, rabinos, etc.?.
Pues yo quiero ver cómo también salen este tipo de personas en la prensa o pensaré que alguien está preconizando un movimiento anti-católico con algún interés.
Venga… ¿no hay musulmanes?. Cuidado, de esos no hay que hablar que luego persiguen a los periodistas, a los directores de prensa e intentan cargárselos y como estamos en la Alianza de Civilizaciones…….son nuestros «amigos».
Recuerdo, señoras y señores, que, con toda seguridad de no equivocarme, en la sociedad musulmana, tan cerrada, dónde la mujer «ver, oir y callar», usada como un trapo y bajo el mandato «divino» de los hombres de su casa (padre, hermanos, marido) tiene que haber muchííiiiisimos casos de este tipo, pero nunca lo publicarán, porque nadie lo denunciará. Tabú.
Saludos y a pasar buena semana. La mía la he comenzado con un sabor a revolución interior. Estoy en una fase de protesta de esas que parecen que quieren cambiar el mundo.
Los tiempos, afortunadamente, han cambiado, Trini. Antaño, la vergüenza de las víctimas llevaba aparejado el silencio; hoy, quien debe temer la vergüenza, el descrédito y la acción de la justicia es la persona que actúa indebidamente.
Despreciable, sí, Almena. Despreciable la acción y despreciable la impunidad.
Conozco, Esperanza, a algunas de aquellas niñas -hoy espléndidas mujeres que me merecen credibilidad y respeto- que mal podrían referirse a su catedrático tocón como pocero budista, historiador evangelista o aprendiz de muecín cantarín cuando la persona a la que se alude era un significado cofrade de una localidad provinciana en la España de 1969 ó 1970. Pero no dudes que si el comentario del periódico hubiera hecho referencia a un ateo de tendencias sátiras o similar, mi actitud no hubiera variado en absoluto.
Mis mejores deseos para las tres, Trini, Almena y Esperanza.
Creo que me has malinterpretado. No me refería a tí, que ya me he dado cuenta que te has dedicado a trasladar a tu blog un echo acaecido y protagonizado por una persona en particular; pero sí me refería a tanto diario, televisión, medios de comunicación, que, de manera machacona, tratan este tema de una manera bastante sospechosa.
Hay muchas veces que la lectura de un comentario puede hacernos interpretar algo que el comentarista lo ha querido tratar de manera diferente, pero bueno, para eso está poner, a continuación, la aclaración.
Saludos
Aclarado queda, Esperanza.
En cuanto al tratamiento que dan los medios de comunicación de los casos de abusos a menores por parte de religiosos, tiene su punto de partida en el intento de ocultación por parte de la jerarquía eclesiástica de hechos delictivos que entran dentro de lo penal. Y, obviamente, escándalos de ese calibre son, per se, preciados titulares mediáticos.
Nunca he tenido palabras para calificar algo así, pero aún es más horrible que se ocultara, porque esto, para mí es justificar lo que no puede ser justificable desde ningún punto de vista, y sé muy bien de lo que hablo.
Hay un libro que acaba de salir, «Los Papas y el sexo» que pone de manifiesto lo que la I.C. ha hecho durante muchos siglos. Sé que este tipo de delitos no son privativos de los católicos, pero resulta que en este pais, una buena parte de los niños y niñas nos hemos educado en colegios religiosos, y con que sólo un niño haya sido mancillado de esta forma, ya sería suficiente para poner el grito en el cielo…
Han sido muchos, muchos…
Un abrazo
Jibo, Gratal, me tienes repasando toda la lista de fachas catedráticos de la ciudad que he deducido y del instituto que debía ser el único de la ciudad X en esos tiempos. Te podrías estirar y pasarme por privi el nombre del tipejo.
Con lo dicho por Esperanza sí que no estoy de acuerdo. Luz y taquígrafos y bien está todo lo que sea desenmascarar a esa secta de «cometarros».
Salud.
No conocía ese título, Luz, aunque sí he leído otros libros que tenían algún capítulo dedicado a esa temática.
La historia de la ICAR está plagada de circunstancias que desmienten el mítico mensaje cristiano que, en rigor, debería cimentar su existencia como religión, en vez del inaudito «haced lo que nosotros digamos pero no lo que hagamos«.
Otro abrazo, bonita.
Sigue repasando, pues, apreciado Fer. Ya tienes tarea para cuando no sepas en qué invertir el tiempo…
Buen fin de semana.